
Para los que no sepan o no recuerden, Filomena fue una gran nevada que nos cayó el 8 de enero de 2021, un precioso regalo de Reyes que tapó el centro de España con una manta gorda y blanca.
Fue avisada con tiempo y aun así, resultó sorprendente.
En Madrid comenzó a nevar por la tarde, copos gruesos muy apretados.
En pocos minutos se apagó el ruido.
Cayó y cayó, como soplaba el lobo del cuento, y a las casitas amenazó.
Cayó. Muchas horas.
Los árboles se inclinaron reverenciales… hasta quebrarse.
Como en el confinamiento, se hizo el silencio; no había tráfico ni trabajo, pero esta vez era hermoso.
De nuevo se manifestó…
La solidaridad: los vecinos quitaban la nieve codo con codo, había sanitarios que acudían al hospital con raquetas aunque tardaran horas, los bomberos, policías y demás… trabajaban a destajo, cada uno hacía lo que podía.
Los destrozos: árboles partidos, personas atrapadas en coches, aeropuertos cerrados, inundaciones, resbalones, huesos partidos…
“¡Que no salgáis!” nos decían los gobernantes y los medios, “esos huesos llegan a un sistema sanitario estresado”.
¿Qué no salgamos?
¡Si no ha habido algo tan bello en decenios, si estamos hartos de encierros!
Fue imposible contener las ganas de la gente.
Yo me eché al monte.
Estaba casi sola pues muchos le temían al hielo, no sabían que allí la nieve se mantuvo esponjosa y fresca más de una semana.
La propia sombra, se vistió de azul y dejaba su silueta marcada con un peso recién adquirido.
Lo que había sido carretera se convirtió en sendero; y al fondo, Madrid.
La gente salió a divertirse todo lo que pudo.
¡Qué increíbles los vídeos que circularon, las ganas de pasarlo bien que teníamos todos!
Un año después, el río sigue colapsado por los troncos caídos, todavía se ven en el monte las heridas y los enormes destrozos que dejó Filomena…
… pero ya se están convirtiendo en restos que alimentan a otros en el ciclo habitual.
Añoro a Filomena
Trajo silencio, recogimiento, belleza, y también recuerdos de glaciaciones pasadas que rondan el entorno como lobos disputándole la caza al desierto,
y nosotros, mientras, hacemos tonterías de nieve y jugamos a divertirnos, porque así es la vida, una pulsión inconsciente por más que la revistamos de trascendencia.
Dicen que vendrá otra.
Seguro que será bella, pero nunca tanto como la primera, la increíble Filomena.
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